Cuando llega a casa un nuevo perrete, parece que todo va a ser sencillo y muy bonito. Sin embargo, nunca sabes los problemas que va a tener. Es muy importante ser responsables y meditar muy bien antes de tomar la decisión. ¿Vamos a ser capaces de cuidar bien de él? ¿Vamos a saber hacernos cargo de los problemas que vayan a ir surgiendo? ¿Podemos permitírnoslo, tanto económica como logísticamente? ¿Y si nos sale un perro problemático?

Es por ello que os contamos de primera mano un caso actual, uno que estamos viviendo en primera persona. Un caso en el que el mundo se nos puso patas arriba y todos nuestros principios en cuanto al trato hacia los animales se volvieron en nuestra contra. Un caso que, esperamos, os ayude a sentir que no estáis solos o solas cuando no sepáis qué hacer con un perro problemático. Siempre hay esperanza y la inmensa mayoría de las veces hay solución.

La llegada de un perro problemático a casa

Cuando cogimos a Nova, veníamos de haber convivido con un perro 10: Draco era muy inteligente, buenísimo, divertido y, por qué no decirlo, guapísimo. Era un perro espectacular. Nova no parecía ser mala en un primer momento: era una cachorrita monísima, adoptada y parecía muy tranquila. Sin embargo, según fue creciendo, la locura se hizo notar y nos fuimos encontrando con innumerables problemas: destrozos por doquier, desobediencia y estrés no sólo para nosotros, sino para nuestro gato. Flash se hacía pis por todos sitios, incluso encima de mí mientras dormía.

Con esta perra, la casa se fue convirtiendo en un auténtico caos. ¡Y cuidado si un día te ibas a trabajar dejando mal cerrada una puerta!, porque te la liaba bien gorda. Un sofá, suelos recién puestos, un cojín de lactancia (que son caros), juguetes de bebé sin estrenar, muebles, tres gafas (con sus cristales), varios joyeros (con sus joyas dentro), bolsos, ¡¡una caja de Naproxeno!! son sólo algunas de las cosas que desaparecieron entre las fauces de Nova. No teníamos una perra, ¡teníamos al mismísimo demonio de Tasmania!

La gota que colma el vaso…

A la desesperación se sumó la llegada de un bebé a casa. Nadie te avisa de lo agotadores que son los primeros meses con un bebé. Tiene su parte maravillosa, pero también es duro. ¡No paras! Ahí llegó el mayor caos de todos. Habíamos acudido a Sammy, una colaboradora de Zarpas, para que se hiciera cargo de Nova durante los días de hospital. Sin embargo, pensar en el retorno de Nova a casa provocaba que se nos inundaran de lágrimas los ojos. Todo el mundo a nuestro alrededor nos aconsejaba que nos deshiciéramos de ella. ¿Un perro problemático + bebé recién nacido? Menuda combinación…

Llegamos a buscar personas que se quisieran quedar con Nova. Pero se hacía muy duro pensar que cayera en malas manos. Era una perra hiperactiva y destructiva, pero también muy cariñosa y social. Es por ello que le pedimos a Sammy que se quedase un mes entero con ella. Por su parte, no sólo accedió, sino que hizo ejercicios con la perra para gestionar su nerviosismo.

Dio la casualidad que Sammy no sólo ofrece residencia, sino que también es adiestradora canina y ha conocido casos más extremos que el nuestro. Algunos en primera persona. Cuando Nova regresó, volvió más tranquila y eso nos ayudó a tomar la decisión de seguir luchando por ella. Y parece que ella nos lo agradeció devolviéndonos el favor. Aunque en ocasiones seguía dándonos sorpresas desagradables, semana tras semana fue mejorando notablemente. Hasta que los destrozos desaparecieron (casi) por completo.

Ya no sólo estamos más tranquilos (humanos, canes y felinos), sino que es una preciosidad ver a Nova interactuar con su hermanita humana. ¡A veces incluso parece que se cree que es su bebé!

Haber luchado por Nova no sólo la beneficia a ella, sino que nos va a ayudar a inculcar un montón de valores positivos a su hermana humana según vaya creciendo, como el respeto y el cariño hacia los animales.

¿Qué hacer con un perro problemático?

  • Busca ayuda profesional. En nuestro caso, el apoyo y la ayuda de Sammy fueron esenciales en nuestro caso. Nova vino bastante más tranquila a casa después del mes que pasó con ella. Además, siguiendo todos sus consejos, nosotros también aprendimos a gestionar la locura de Nova (porque sí, esta perra parecía el demonio de Tasmania).
  • Paciencia. Mucha paciencia. Sí, es desesperante ver pasar tantos meses y que parezca que la cosa no sólo no mejora, sino que va a peor. Lo nuestro han sido casi dos años de lucha. Sin embargo, todo problema tiene solución. Todo se pasa y todo se arregla. Aunque todavía no es del todo perfecta nuestra situación, Nova ya es una perra bastante equilibrada y muy cariñosa. Lleva meses sin romper nada y el gato ya está mucho más relajado con ella. ¡Incluso a veces se tumban juntos!
  • Recuerda que es tu responsabilidad. Cuando tomamos una decisión, sea cual sea, hemos de atenernos a las consecuencias. Lo mismo sucede cuando traemos una nueva mascota a casa. Si surgen problemas, tómatelos como un reto y lucha por arreglarlos. Dentro de un tiempo, podrás sentirte orgullosa u orgulloso por haber luchado por tu peludete y haber construido una de las relaciones más bonitas de tu vida. ¡Recibirás mucho amor por su parte, en serio!

Si queréis saber más de Sammy o, directamente, consultar con ella, echad un ojo a su Instagram o su Facebook.

¡No te rindas y lucha por tu peludín! ¡Él o ella te lo agradecerá toda su vida!

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