Etapa 7: De Palas de Rei a Arzúa

¡Prueba superada! Casi 30 kilometrazos hoy y aquí seguimos, sin ampollas pero con dolores en todos los rincones del cuerpo. Hemos podido con la etapa más larga y ya acumulamos más de 160 kilómetros desde que, hace una semana, salimos de Ponferrada. ¡Dos etapas más y estamos en Santiago!

Mi amiga perruna Lola se quedó en el camino con una canguro y aún no sabemos si el domingo podrán traerla para entrar en Santiago con ella, una vez sus patitas se han recuperado. Nosotros cuatro estamos bien, cansados pero con ánimos para seguir.

Maci sufriendo quieta para posar.

Nunca había caminado tanto y va a ser que se me da bien. Sinceramente, los humanos son unos aburridos. He intentado hasta diez veces que jugaran conmigo. Palos, castañas, botellas… solo me ha faltado sacarles una baraja de cartas. Y nada. Concentrados, paso a paso, mirando al frente.

En una de sus intentonas…infructuosas.

Aunque, pensándolo bien, no los necesito. Ya tengo a vacas que perseguir y colegas perregrinos que conocer. Hoy nos hemos vuelto a cruzar con Zeus, ese beagle de 8 años que tira de la correa para llegar antes que nadie al Obradoiro. O Tomás, un chuchillo muy salado que lleva una concha de berberecho como yo. O Era, una princesita que me ladra ahora mismo en el hostal desde el balcón de al lado.

Maci y Tomás con sus berberechos jacobeos.

No me considero especialmente sibarita, pero hoy me he llevado un chasco. Un señor me ha dado un trozo grandote de pulpo en Melide. Estaba deseando probarlo y… ¡puaj! ¡Pero qué cosa gelatinosa más asquerosa!

En el suelo se ha quedado ante el sonrojo de mis compis humanos. Por más que lo han intentado, nada. No me gusta y punto. Eso que os ahorráis. Lo bueno es que el señor me ha dejado entrar en la pulpería, La Garnacha, y he podido descansar junto a mis amigos mientras se ponían las botas. ¡Es la primera vez que me dejan entrar en un bar!

Merecido descanso en La Garnacha.

En Melide también he conocido a Josep, un catalán que ha hecho el camino la friolera de 16 veces. Este año desde León. Se conoce todos sus rincones y ya nos ha avisado de que la etapa desde allí era dura. Subidas y bajadas sin respiro hasta llegar a Arzúa. Eso sí, la mayor parte por camino entre bosques de cuento de hadas y prados verdes de vacas, huertos y sembrados.

Ahí he sacado el lado «flower power» que me caracteriza, cazando mariposas y lagartos (de la mariposa, la sombra es lo que más me gusta), mareando a las vacas y acercándome a los gatos lo suficiente para mosquearlos y batirme en retirada a la mínima. Un parque de atracciones.

¿Mis patitas? Pues genial, no se me han hinchado y tengo las almohadillas negras y duras. Cómo se nota que venía entrenada de antes, con largas caminatas diarias y paseos por el campo. Me ha parecido oír que ahora toca baño. Dicen que huelo a casa de vaca. No entiendo esas manías… y luego, a descansar hasta mañana. Ya no hay quien me mueva de la habitación del hostal.

Llegando a Melide.

 

Información de la etapa

Distancia: 28,8 kilómetros.

Alojamientos perregrinos

Casanova

– Albergue Bolboreta (perros duermen en garaje).

Ribadiso da Baixo

– Los Caminantes. A 3 kilómetros de Arzúa, es una buena opción si se quiere acortar la etapa y ahorrar el último tramo de subida. Una aldea muy agradable junto a un río con un puente de piedra. 647 020 600.

Arzúa

– Pensión Vilariño Moscoso. 55 euros la triple. Algo alejada del centro pero tranquila.

– Albergue Vía Láctea. 616 759 447 (perro en un garaje que tiene una litera donde puede dormir el dueño).

– Pensión Mesón de Peregrinos.

Etapa anterior: Portomarín-Palas de Rei.

Etapa siguiente: Arzúa-O Pedrouzo.

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