Esta es una historia más de amor entre una niña, Sabina, y su perra, Canela, adoptada de Zarpas y Colmillos. A Canela la encontró una voluntaria en una rotonda sucia y desorientada. Tenía poco más de un año y ya sabía lo que es el abandono. Nadie la reclamó y se fue a una casa de acogida, donde pasó tres meses ganando confianza. Un día, Toni la vio en Facebook y se enamoró de ella: era la perra que quería para su familia.
Toni y Elena son dos apasionados de la naturaleza, pero la idea de aumentar la familia con un perro la trajo Sabina, su niña de 8 años. «A Sabina le encantan los animales y había hecho una carta a los Reyes Magos gigantesca en la que les pedía mil cosas. Pero me miró y me dijo: ‘mamá, yo toooda esta carta que he escrito la cambio por un perro’«.
A Elena esa conversación le marcó y empezó la «tarea» de convencer a Toni, que no puso mucha resistencia dada su pasión por los bichos (es profesor de Biología). De hecho, fue él quien empezó a mirar en protectoras hasta que dio con Canela, que es además muy parecida a una perra que tuvo su madre.
Medio año después, Sabina y Canela comparten casa y juegan como hermana humana y perruna que son. «Mi idea es que, al ser Sabina hija única, empezara a compartir su tiempo y su espacio con alguien más, que trabajásemos la responsabilidad y el cuidado y de mantener sus cosas ordenadas para que la perra no las coja».
Esta es la visión de Elena, pero, ¿qué hay de la de Sabina? Se conocieron en un parque, en lo que en Zarpas llamamos la entrevista preadopción. Desde el principio, congeniaron. Tienen la misma energía. Bueno, en trastadas quizás gana Canela. Ya ha roto varios de sus juguetes…y sus gafas. «Me gustaban más mis gafas de antes…pero se las comió», resume resignada. Y es que «no para quieta, muerte todo. No para, es una loca».
A pesar de esos pequeños incidentes, el amor de la niña por la perra le sirve de constante inspiración. Dibujos y dibujos con su amiga de cuatro patas sentada, corriendo y saltando se acumulan en el cole y en casa. «Es como una hermana. Yo creo que es mi hermana y me gusta decirle hermana«.
Su nueva compañera le ha trastocado además el día a día, para bien. «Me ha cambiado mucho la vida. Antes no jugaba mucho por el jardín y ahora juego mucho con Canela», confiesa. Pero no todo es juego: «Lo que más me gusta de Canela es cuando se tumba con mis padres y se queda frita… frita», dice Sabina,
Hay una cosa que Sabina no acaba de entender muy bien: «Me extraña mucho que no tiene rabo y que tiene mucho pelo». No sabemos si se lo cortaron o es así de nacimiento, pero se la quiere igual, especialmente «cuando salta como un conejo» y se dedica a darle besos perrunos. «¡A veces me chupa como loca!».
Seis meses después de adoptarla, Elena, Toni y Sabina ya se han hecho a convivir con ella. Incluso se plantean adoptar a otro peludo. Ya sabéis, en Zarpas tenemos a muchos buscando una oportunidad 😉
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