Nasus se quedó sin mamá con tres semanas. Él sus hermanos Txistu y Honey acabaron en Zarpas porque iban a sacrificarlos y, tras dos meses a biberón en casa de la presi, pasaron a cargo de Olga, adiestradora voluntaria de la asociación, que se llevó a los tres en acogida. Enseguida lo adoptaron: era una bolita marrón irresistible, bonachón y tranquilón. Al cabo de ocho meses, la pareja joven que se lo llevó lo devolvió porque no se podía hacer cargo de él y Nasus, cuenta Olga, llegó algo desquiciado de no salir lo suficiente a la calle. Tiraba de la correa hasta ahogarse y se mostraba muy posesivo con los juguetes, lo único que, dice la adiestradora, debió tener en ese tiempo para entretenerse.

«Se nos ha enquistado el niño», pensó Olga, y se puso manos a la obra. Hoy Nasus ha conseguido volver a sus inicios y ser ese perro simpático y sociable, tanto con personas como con perros. Eso sí, advierte su madre de acogida, necesita una familia que lo saque lo suficiente, que lo lleve al campo o a algún deportista que corra con él. «No es de vuelta a la manzana, es un perro con mucho motor», resume. Y es que su físico (seguramente es mezcla de Beagle) engaña porque, aunque puede parecer pequeño, es un perrete fuerte y con energía. Y extremadamente cariñoso, «incluso pesado». «No te quita ojo, siempre está pendiente de ti. Es adorable, yo lo quiero mucho», dice Olga, que destaca lo fácil que es hacer sesiones de entrenamiento con él (le privan los juegos de olfato). Si queréis verle en acción, Olga ha preparado un vídeo de su peque: https://youtu.be/di_8T7xwmOc

La familia que se lleve a Nasus, que cumple ahora 2 años y entra así en una edad en que su adopción es mucho más difícil, tendrá un peludo simpático -con esa sonrisa que parece que se le dibuja en la boca-, divertido, activo y muy muy cariñoso, y tendrá además la suerte de contar con el asesoramiento gratuito de una profesional como Olga, que lo conoce mejor que nadie. Vamos, un tesoro para alguien dispuesto a darle mucha vida.