Zarpas decidió sacar a Sansón de una colonia en Leganés porque se acercaba mucho a los humanos buscando cariño. No era gato para la calle sino para estar en una casa y su rápida adaptación a su acogida da fe de ello.

Teresa, su mamá de acogida, está asombrada de la facilidad con la que se ha adaptado a vivir entre cuatro paredes: «No le interesa el afecto de otros gatos, le interesa el tuyo. Te va buscando por toda la casa para que le eches de comer o para que vayas con él a su cama a darle mimos». Este pelirrojo, que tiene solo un añito, es además un gato muy «hablador», no para de maullar a los humanos para intentar comunicarse con ellos. De hecho, Teresa se asombró de que a los pocos días de entrar en casa ya se ponía panza arriba ronroneando como un loco.

Si su relación con sus papás es de diez, la que tiene con sus hermanos gatitos no va tan sobre ruedas. De vez en cuando se escucha algún bufido en la casa, aunque Teresa cree que es porque sus cuatro gatos aún tienen que hacerle un hueco en su territorio. «Mis gatos son un poco mafiosos», bromea. Y es que Sansón tan solo lleva unas semanas conviviendo con ellos, así que probablemente es cuestión de que se vayan acomodando los unos a los otros.

En realidad, este peque es todo ventajas. No tiene los miedos que pueden traer otros gatos de la calle y además es un minino tranquilo: nada de subirse a sitios altos ni corretear por la casa. «Es muy gato de casa, de cabezota grandota, cuerpo bien alimentado, pelo muy suave…», y enseguida supo que sus cosas las tiene que hacer en el arenero.

¡¡En fin, un gato 10!!

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